Tae, las técnicas que implican el uso de los pies. Kwon, las técnicas que implican el uso de las manos. Do, el camino de la mente. Es decir que, según la filosofía oriental, el taekwondo es el camino de los pies y las manos utilizando la mente. Sebastián Crismanich abrazó este concepto a los siete años y nunca más lo soltó. Gracias a él, forjó su personalidad y también sus sueños deportivos, que hoy se ven apuntalados por su clasificación para Londres 2012. Y a 41 días de la cita olímpica, el correntino prepara cuerpo y espíritu para ir por todo: "El solo hecho de estar ahí significa que estoy entre los 16 mejores del planeta, pero no me conformo con eso. Es mi sueño, así que no puedo apuntarle a menos que una medalla. Pretendo meterme en la historia, ya que sería la primera para el país (en esta disciplina). Quiero marcar un antes y un después en el taekwondo argentino".
Claro que antes de desafiarse a sí mismo de tal manera, Cris- manich absorbió durante años la filosofía del taekwondo hasta que trascendió lo meramente deportivo. "Es un estilo de vida.
Hace mucho hincapié en ayudarte a crecer en general, más que nada por la disciplina. Es una conducta que uno se va creando y lo va trasladando a cada uno de los ámbitos", afirma el ganador de la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Y continúa contando sus inicios en el deporte y cómo influyó en su forma de ser: "Empecé a los 7, practicando la técnica y no tanto en el combate, porque era muy introvertido y no me sentía agresivo. No podía pegarle a nadie ni quería que me pegaran. De a poco las artes marciales me fueron formando un carácter y me ayudaron a distinguir las cosas. Cuando necesito ser agresivo lo soy, pero en la vida diaria soy muy tranquilo. No quiero decir que tengo doble personalidad, pero sí una manera de ser más equilibrada También crecí mucho en seguridad".
Uno de los espacios en los que vuelca los conceptos aprendidos con las ar tes marciales es la universidad. Al igual que otros atletas -como la judoca Paula Pareto-, decidió formarse en una carrera con la que sostenerse económicamente en el futuro.
"Hoy en día me sustento con el taekwondo, pero además estudio ingeniería agronómica porque sé que en este país no hay un siste- ma que acompañe al deportista de alto rendimiento cuando culmina su carrera. Cuesta mucho, en ningún momento puedo llevar las dos actividades realmente en paralelo. El taekwondo es mi eje principal y, de acuerdo con los compromisos deportivos que tengo, hay meses que intensifico los entrenamientos y dejo la facultad un poco de lado", comenta el atleta de 25 años. Sin embargo, la división de tiempos no es novedad para Sebastián: desde la infancia se empecina en conformar tanto a su madre, que sueña con un título universitario, como a su padre, que le inculcó las artes marciales a él y a su hermano Mauro y se desvela por una medalla olímpica.
"Desde la escuela primaria que me dejaban ir a taekwondo, pero me pedían que sacara de 8 para arriba en los exámenes. Recibirme sería la medalla de oro que puedo ofrecerle a mi mamá ", confía Crismanich, que hace varios años dejó su hogar para asentarse en Córdoba, en busca de mejores condiciones para desarrollar la actividad en la que se destaca en la categoría de hasta 80 kilos.
Justamente allí, en la Uni- versidad Nacional de la Docta, encara su preparación para Londres. "Estoy entrenando entre seis y ocho horas por día de lunes a sábado. El trabajo se divide en tres etapas y en el medio hago lo que llamamos entrenamiento invisible, o sea, todo lo que se hace fuera del gimnasio: fisioterapia, todo lo que apunta a recuperar el cuerpo y el psicólogo deportivo, que es una parte muy importante en el alto rendimiento y puede marcar la diferencia entre ser campeón o perder el primer combate", cuenta el correntino.
El 8 de agosto, única jornada del taekwondo en los Juegos Olímpicos, es su día más esperado. El complejo Excel, al oeste de Londres, el lugar. Quizás allí se salga con la suya y, al igual que en las religiones cristianas, el taekwondo argentino comience a dividirse en A.C. y D.C. Antes y después de Crismanich.
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